India, una potencia nuclear cuyo ascenso está caracterizado por la diversificación de asociaciones y el conflicto histórico con Pakistán, ve con creciente alarma el incremento de la presencia china en la región. El desafío es tanto marítimo como terrestre, ya que se ha recrudecido con el conflicto de límites en el Himalaya, uno de las disputas abiertas más riesgosas en caso de escalada. Además, China se encuentra desarrollando estrechos vínculos con su rival Pakistán, su tradicional rival. El avance por ambos frentes dejaría a India cercada estratégicamente. Por otro lado, la proyección naval de China podría amenazar sus propias líneas de abastecimiento en el Índico.
India está respondiendo a la competencia con un cambio de su concepción estratégica, que tiende a abandonar la perspectiva de la defensa centrada en sus mares cercanos, el Mar Arábigo y el Golfo de Bengala, y busca una mayor proyección en el Índico. La construcción de bases avanzadas e instalaciones en sus islas de Andaman y Nicobar, cerca del estrecho de Malaca, así como en estados insulares como Seychelles y Mauricio, van en este sentido. También ha realizado un acuerdo de intercambio logístico con Francia para utilizar las instalaciones francesas en el Índico, y con Omán, que le proveerá acceso al puerto de Duqm para la logística y el mantenimiento. Por otro lado, además de desarrollar capacidades de control del mar basada en portaaviones, refuerza sus capacidades de denegación del mar, basada en submarinos. India tiene un portaaviones de origen ruso y está botando un segundo, de industria nacional, para proyectar sus fuerzas en el Índico..