La UNDEF y TADANOR firmaron un convenio marco de colaboración

El Rector de la Universidad, Jorge Battaglino, y el presidente Talleres Navales Dársena Norte S.A.C.I y N. (TANDANOR), Miguel Ángel Francisco TUDINO, el 15 de julio hicieron efectivo un convenio de colaboración a través de una video-conferencia que efectivizó el acuerdo.

Con la firma de éste Convenio, la UNDEF dio inicio a un proceso de cooperación con TANDANOR cuyo objeto es la capacitación de Recursos Humanos, el asesoramiento y los servicios técnicos, la investigación aplicada, el desarrollo tecnológico, las pasantías/prácticas profesionales.

“Queremos que la UNDEF sea la primera opción en la que se piense, cuando una institución como TANDANOR, piense en la capacitación de su personal, y que, para nuestros estudiantes, la empresa sea un horizonte posible en cuanto a la práctica profesional”, expresó Battaglino.

A su vez, Tudino destacó la posibilidad de que en la UNDEF se dicten cursos y carreras que puedan articularse en pasantías y capacitación para estudiantes y también para trabajadores de ambas instituciones.

Además del Dr. Battaglino y el Ing. Tudino participaron de reunión virtual, por TANDANOR el vicepresidente Carlos Marcial Irigoitía y el director Dr. Antonio Darío Cerdera; por la UNDEF los Secretarios, Académico y de Ciencia y Tecnología, la Subsecretaria de Comunicación y Relaciones Institucionales, y el Asesor Lega. También formó parte de la videollamada la Secretaria de Investigación, Política Industrial y Producción para la Defensa del Ministerio de Defensa Lic. Sandra Daniela Castro.

Storni hoy

Por Juan Carlos Celle licenciado en Filosofía y
Carlos Marcial Irigoitia Vicepresidente de Tandanor

«El agua es el principio de todas las cosas.»
Tales de Mileto (-VII, época en que los filósofos podían prever cosechas)

La situación hermenéutica propia y, sobre todo, el tenerla presente y clara (transparente) es lo que nos permitirá, en principio, ver nuestro límite y nuestra finitud en el conocimiento y nos muestra nuestra interpretación como histórica.
Como una interpretación que siempre es desde el presente y, si nos dirigimos al pasado, no es para tomar prestados elementos de otras épocas, sino que el pasado aparece en la medida que importa a nuestro presente
Libre interpretación del «Informe Natorp». M. Heidegger.(1922).

En un extenso y arbitrario arco de siglos transcurridos, que va desde Tales hasta la actualidad, y en el que jugamos a destacar la centralidad del agua como arkhé y de ese primitivo mundo acuático donde surge la vida, se nos ocurre situar el notable texto del vicealmirante Segundo R. Storni titulado “Intereses argentinos en el mar”, que fue publicado en 1916 (y reeditado en 1952, 1967 y 2009). Allí, se afirma que el factor geográfico fundamental de la Argentina, a tal punto que decide su destino, es su insularidad. Tanto nuestro país como Chile están “lanzados como cuña al polo sur”, por lo que constituyen una “casi isla”[1]. Del centro de gravedad de la civilización (que para Storni era fundamentalmente Europa) nos separan diez mil kilómetros de vía marítima. Sostiene también que los europeos solo llegaron a nuestras costas cuando pudieron construir “ese complicado medio de transporte que se llamó la nave”. Del mismo modo, arribaron posteriormente las corrientes migratorias de fines del siglo XIX y principios del XX. Eso explica que el sentimiento del mar esté tan presente en dichas comunidades.

Hay, además, dos factores de innegable importancia que, según Storni, nos obligan a desarrollar lo que llama el poder naval. Uno es nuestro formidable escalón continental, que está entre los más amplios del planeta; el otro, nuestra condición de granero del mundo, lo que nos convierte en el primer centro de abastecimiento global. El mar es la gran vía común en la que debe converger todo el interior de la nación, porque toda o casi toda la producción exportable sale de los puertos. Precisamente por eso hay que fortalecer el poder naval, sustentándolo en tres pilares: la industria de la construcción naval, la marina mercante nacional (tanto de cabotaje como de ultramar) y los mercados (que implican una fuerte acción política orientada al exterior). Para todos estos sectores, en los que también está el pesquero y la investigación científica, reclama políticas activas y planes de protección que incluyan facilidades impositivas, náuticas, portuarias y administrativas, manteniendo un estricto control estatal a fin de evitar maniobras especulativas contrarias a los intereses de la nación. El poder naval cierra con una Armada que realice la defensa marítima del territorio argentino. Storni afirma que “la escuadra argentina tendrá siempre por misión resguardar los intereses argentinos en el mar”.

Esta centralidad del mar y de la condición marítima de la Argentina en la concepción de Storni recibió razonables críticas, tanto en sus dimensiones geográficas, económicas y políticas (que la Argentina no es un país insular sino peninsular, que se limita a una concepción agroexportadora de la economía y que no considera el mercado interno)[2], como en su planteo evolucionista (sostiene una concepción darwiniana antropológica)[3]. Sin embargo, es preciso situarla en el contexto de la época y destacar la formidable potencia de su demanda de romper (a la manera en que un rompehielos quiebra el hielo y dispersa los fragmentos) con nuestra realidad de país dependiente a través del desarrollo de las industrias mecánicas, de una marina mercante propia, de pesquerías y de una adecuada marina de guerra. Solo así defenderemos nuestros intereses en el mar.

Si bien es evidente que Storni reconoce la condición de granero del mundo de Argentina, según la división internacional del trabajo impuesta por Gran Bretaña (y que obedecía a la fase imperialista de la acumulación de capital), lo que propone dentro de ese modelo es el pleno desarrollo de la industria marítima en todos sus estadíos: astilleros, armadores y pesquerías. Esto es, una industrialización nacional avanzada que sea el sustento de una marina mercante de bandera propia, que aun siendo concebida para el transporte de la producción agropecuaria (aunque no únicamente en la medida que enfatiza la necesidad de fomentar la industria pesquera), al ir desplegándose y expandiéndose en sus distintas fases, entraría en tensión con el modelo basado exclusivamente en lo agrario, dando lugar a una matriz productiva mucho más compleja.

Segundo Storni propone una potente política de protección basada en una legislación adecuada y en subsidios bien orientados que posibiliten el desenvolvimiento y la integración de todos los aspectos del poder naval; una industria marítima propia que frene el expansionismo extranjero y nos convierta en un país independiente desde el punto de vista económico.

¿Y la realidad de hoy, luego del breve sueño de principios del siglo XXI y la pesadilla de los últimos cuatro años?

Los diques de la Base Naval de Puerto Belgrano cumplen 118 años; la plataforma elevadora Syncrolift de Tandanor, 42; y el astillero Almirante Storni, 38. Nuestra flota mercante aparece disminuida frente a las de dos banderas. Ya vivimos la tragedia de las décadas de 1970 y 1980, y luego la farsa de los años 1990. ¿Será tiempo de empezar una historia nueva, de intentarlo una vez más? Sin duda, tomando conciencia de nuestra actualidad, de nuestras limitaciones y escaseces, pero también de nuestras potencialidades, sin caer en esa propensión de los argentinos de querer refundar todo cada vez, dejando de lado por un momento a los filósofos que pensaron desde el poder y la gloria, sin necesidad de que Atenea salga completa y terminada de la cabeza de Zeus, sin comprar la ecología eugenésica de los países centrales, pero sí escuchando a los pobladores originarios de estas tierras en su amor y respeto a la naturaleza. Realicemos la modesta tarea de juntar miserias y debilidades, porque no se trata de reunir fortalezas para dominar el mundo, sino de juntar retazos para empezar a construir un destino, tal vez no tan glorioso, pero sí más justo. Elijamos para nuestros proyectos la suerte que despreció Aquiles: la de una larga vida no tan llena de esplendor, pero sí de bienestar.

Solo es posible una marina de guerra junto a una marina mercante, como también una explotación marítima sustentable junto a una investigación científica. Pero hoy la Marina no navega y los astilleros no construyen. Los armadores nacionales, que según Storn, debían dominar las rutas del Atlántico Sur, apenas si logran sostener un tránsito de cabotaje costero. Las inversiones del Estado en infraestructura han desaparecido y las de los privados migraron a centros financieros offshore o abrieron astilleros en los países limítrofes, en busca de menos impuestos y salarios más bajos.

Una forma de que los programas y proyectos tengan la continuidad necesaria y no queden olvidados en los anaqueles, como simples buenas intenciones, es que la sociedad los haga propios. Y la manera de hacerlos propios es que los beneficios lleguen a las mayorías. Cuantos más beneficiados haya, más posibilidades habrá de sostenerlos en el tiempo y profundizarlos. Podemos empezar a entender cuáles son nuestras posibilidades en este mundo globalizado, recientemente vuelto sobre sí mismo por la pandemia del Covid-19, pensarnos en un lugar digno en el indigno reparto del mundo actual. Con el optimismo de la voluntad y el pesimismo (pero también la astucia) de la razón. En ese orden, debemos construir una Argentina que defienda, explore, sostenga y proteja sus intereses en el mar.

Ante el reclamo de lo concreto, tal vez un primer objetivo común es abocarnos a obtener la sanción del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF). La industria para la defensa, entre las cuales se encuentra la naval, es una posibilidad de contar con fondos para poder empezar a caminar… y a navegar.

En palabras del vicealmirante: «La política naval es, ante todo, una acción de gobierno, pero es indispensable, para que tenga nervio y continuidad, que sus objetivos arraiguen en la nación entera, que sean una idea clara, un convencimiento de las clases dirigentes y una aspiración constante de todo el pueblo argentino»[4].

Tal es la actualidad y la vigencia del legado de Segundo R. Storni. Como si fuera parte de la Oda marítima del heterónimo del poeta lusitano Fernando Pessoa[5], Álvaro de Campos, que una mañana de verano ve atracar, nítido y clásico a su manera, un paquebote. Venido de muy lejos, el pequeño navío trae, en medio de una tenue brisa, con la distancia y el sentido marítimo de la hora, la memoria de otros muelles y puertos distantes que conducen hacia otra humanidad.

Julio de 2020

[1] Vid. para las citas de STORNI, Segundo R., Intereses Argentinos en el mar, edición de 2009; https://mydokument.com/intereses-argentinos-en-el-mar.html

[2] Cfr. TRIPOLONE, Gerardo; “Segundo Storni, el mar y la desespacialización de la política”, en Geopolítica(s), 2015, vol. 6, núm. 1, pp. 137-152.

[3] Cfr. GARRÉ, Nilda; “Prefacio” de Intereses Argentinos en el mar, edición de 2009.

[4] STORNI, Segundo R., op. cit.

[5] PESSOA, Fernando; Oda marítima, ed. Monte Ávila, 1977.

La Independencia que supimos conseguir

El 9 de julio de 1816, en la casa que había prestado doña María Francisca Bazán, los diputados que habían llegado de todos los puntos del ex virreinato declararon la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América. Comenzaba una nueva etapa para lo que empezaba a ser nuestro país.

Cuando alcanzó el quorum necesario, el Congreso comenzó a sesionar hacia marzo de 1816. Pocos días después, el 12 de abril, José de San Martín, Gobernador de Cuyo en ese momento, transmitió sus pareceres a Tomás Godoy Cruz, su confidente y diputado por Mendoza:

“¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! No le parece una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último, hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¿qué relaciones podremos emprender, cuando estamos a pupilo, y los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos? Esté V. seguro que nadie nos auxiliará en tal situación. Por otra parte el sistema ganaría un 50 por 100 con tal paso. ¡Ánimo! Que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. —Vamos claros. —Mi amigo, si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque rea­sumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero —es decir—, a Fernandito”.

La declaración de independencia era un imperativo irrenunciable para San Martín, que ya se encontraba ultimando los planes de cruzar con su Ejército la Cordillera de los Andes, algo que iniciaría apenas seis meses después, en enero de 1817.

Finalmente, el 9 de julio de 1816 se proclamó la Independencia. Éramos independientes políticamente “de España y de toda dominación extranjera”.

Tras el Cruce de Los Andes, el triunfo en Chacabuco y la derrota en Cancha Rayada, el triunfo en Maipú garantizó la independencia de Chile y generaron las condiciones geopolíticas para que San Martín iniciara su expedición al Perú en 1820, en otra etapa de la guerra de liberación que culminará con el “Abrazo de Guayaquil” entre el General argentino y Simón Bolívar en 1822 y la batalla decisiva de Ayacucho en diciembre de 1824.

En todo ese proceso, la Independencia Americana exigiría su cuota de sangre a las y los patriotas. En el medio de todo éste heroico desafío, las dificultades económicas imponían enormes exigencias a la construcción de un Proyecto de Nación.

Es que España no sólo no había auspiciado el desarrollo industrial en sus colonias, sino que hizo lo posible para entorpecer y poner trabas al comercio entre las distintas regiones del extenso territorio.

Tras aquella importantísima declaración del 9 de julio de 1816 éramos independientes, sí, pero solamente en lo político.

Prontamente, además, las intromisiones de otras potencias extranjeras en Nuestra América alimentaron las desavenencias internas y las guerras civiles. El proyecto de la Patria Grande de nuestros Libertadores fue bloqueado por las elites regionales, que hicieron emerger una veintena de repúblicas.

Pero los sueños patriotas y los debates del Congreso de Tucumán siguen en pie. 204 años de lucha lo atestiguan. Miles y miles de patriotas emprendieron, en más de doscientos años de vida política independiente, múltiples batallas por conseguir la independencia económica y la justicia social.

Y eso sigue siendo una enorme tarea y un hermoso desafío para las argentinas y los argentinos de nuestro tiempo…

¡FELIZ 9 DE JULIO!
¡VIVA LA INDEPENDENCIA DE LA PATRIA!

Volver a lo propio. Una decisión política fundamental, basada en sólidos argumentos profesionales

Por Nilda Garré jul 5, 2020 – Cohete a la luna

Aún recuerdo la conversación que mantuve con Néstor Kirchner el día que le llevé el proyecto de decreto para reglamentar la Ley de Defensa Nacional. El Presidente, que disfrutaba de jugar chanzas a sus interlocutores, me preguntó: ¿Estás segura Nilda de lo que me estás haciendo firmar, no? Era su manera pícara de descontracturar momentos y decisiones que sabía trascendentes. A nadie sorprendo si digo que Kirchner fue un Presidente obsesivo, un trabajador incansable, que conocía en detalle las decisiones que impulsaba cada Ministerio. No era esta una excepción. Néstor conocía en profundidad la importancia del paso que estábamos dando. Ese día, su pregunta daba un marco de calidez a una decisión que saldaba una deuda pendiente de la democracia. Tras 18 años de injustificable postergación, le imprimíamos operatividad a la Ley de Defensa Nacional.

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El CONICET aprobó los 5 perfiles presentados por la UNDEF, que formarán parte de la convocatoria anual de la Carrera del Investigador Científico Tecnológico

Entre el martes 7 y el lunes 20 de julio de 2020, a través del Sistema Integral de Gestión y Evaluación (SIGEVA) se seleccionarán investigadores en condiciones de incorporarse a la carrera mencionada en la modalidad Fortalecimiento de I+D+i, 2020.

El listado de perfiles aprobados y las bases y condiciones de la convocatoria, así como las pautas de evaluación se detallan en el siguiente link:
https://convocatorias.conicet.gov.ar/fortalecimiento2020/

En todos los casos, se requiere que la/el postulante envíe, conjuntamente con la solicitud, la conformidad de la máxima autoridad del lugar de trabajo donde desarrollará sus tareas de investigación.

Un enorme avance en defensa nacional

Por Jorge Battaglino *

El Gobierno derogó el decreto 638, sancionado en la gestión de Mauricio Macri, y restableció la vigencia del decreto reglamentario 727 del 2006 que estableció que las Fuerzas Armadas pueden ser empleadas sólo ante agresiones de origen externo perpetradas por Fuerzas Armadas de otros Estados. El decreto macrista eliminaba toda referencia al origen estatal de la agresión externa y, de este modo, ampliaba los supuestos de intervención de los militares a cuestiones de seguridad interna al amplio abanico de las “nuevas amenazas”, entre ellas, el narcotráfico y el terrorismo. La iniciativa del Ministerio de Defensa representa un enorme avance para nuestra democracia y para la defensa nacional. Implica que la Argentina ha regresado al grupo de democracias avanzadas, institucionalmente consolidadas, en las que rige el principio de demarcación que separa la función de las Fuerzas Armadas de la que cumplen las Fuerzas de Seguridad. Esta separación se encuentra en países como Estados Unidos y en la mayoría de los europeos y es, precisamente, aquello que impidió que el presidente Trump utilizara a los militares para reprimir las protestas desatadas por el asesinato de George Floyd. El restablecimiento del 727 impide el regreso al pasado, a la intervención de las fuerzas armadas en misiones de seguridad pública, algo habitual en las décadas previas al retorno de la democracia en 1983. Antes del decreto macrista, la Argentina era un país que había logrado desmilitarizar su sistema político como ningún otro en la región. La sanción del 638 en 2018, por el contrario, supuso el establecimiento de un marco legal congruente con el patrón de militarización de la política que experimentan países como Brasil, Chile o Venezuela, que utilizan a sus militares en misiones de mantenimiento del orden interno. Que quede claro: en Venezuela o Chile los militares son utilizados en misiones de seguridad interna; en la Argentina, con el restablecimiento del 727, está prohibido hacerlo. Se afirma además que la Argentina enfrenta un conjunto de amenazas, entre las que se destacan el narcotráfico, el terrorismo, e incluso “ejércitos no estatales” que demandarían la intervención de las Fuerzas Armadas. La miopía ideológica de tales planteos es llamativa. El plexo normativo federal se compone de numerosos instrumentos legales diseñados para enfrentar la problemática del terrorismo y narcotráfico. Aunque tal legislación puede ser mejorada, es evidente que el Estado argentino ha reconocido de múltiples maneras que el narcotráfico y el terrorismo son amenazas a la seguridad pública. Este marco legal se apoya en un extenso y sofisticado dispositivo de seguridad pública que no tiene equivalente en toda la región y que se compone de distintas agencias de inteligencia y de seguridad. A modo de ejemplo, la Policía de la Provincia de Buenos Aires cuenta con más de 90.000 efectivos, mientras que la Policía Federal y la Policía de la Ciudad alcanzan los 50.000. A ello se suman tres fuerzas intermedias muy bien entrenadas y equipadas: la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval y la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que en conjunto suman unos 80.000 efectivos. No es casual, entonces, que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito identifique a la Argentina como el país de todo el continente americano con mayor cantidad de Fuerzas de Seguridad cada 100.000 habitantes, a una distancia considerable de países como Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia o Chile. ¿Cuál sería el escenario de amenaza terrorista y del narcotráfico que demandaría que este enorme aparato de seguridad pública requiera de la ayuda de las Fuerzas Armadas? Todas las supuestas amenazas que reclamarían una mayor intervención de los militares pueden ser atendidas adecuadamente con el actual marco normativo. Las Fuerzas Armadas pueden ser desplegadas en situaciones de emergencia, ayuda humanitaria, pueden patrullar fronteras y actuar en misiones de apoyo logístico a las Fuerzas de Seguridad. Ciertamente, como en Estados Unidos o los países europeos, también pueden ser utilizadas como último recurso “para restablecer la situación de la seguridad interna” tal cual lo establece los artículos 31 y 32 de la ley de Seguridad Interior de 1992. Es llamativo que sectores que afirman defender la defensa nacional quieran convertir a las Fuerzas Armadas en policías, negando la posibilidad de un conflicto interestatal. Ser miembro de una fuerza policial o de seguridad requiere de una formación, entrenamiento, organización y equipamiento que las Fuerzas Armadas no poseen y viceversa. Los militares argentinos han hecho un enorme esfuerzo de profesionalización, de una magnitud que parece no ser considerada por quienes plantean su policialización. Sólo la ideología lejana a cualquier indagación teórica o empírica puede defender un decreto, el 638, que hacía retroceder a la Argentina a sus peores épocas. Por el contrario, el restablecimiento del 727 permite despejar el camino para el fortalecimiento de la defensa, al evitar la policialización de los militares y las compras de equipamiento que son funcionales a ese rol. Ninguna legislación puede definirse per se como “antigua”, como si existiera fecha de vencimiento para una norma, basta mencionar que la Posse Comitatus Act, que impidió a Trump desplegar a los militares contra las recientes protestas, fue sancionada en 1878. Es notable como aquellos sectores que se autoperciben como depositarios de los valores republicanos, que dicen valorar la calidad y fortaleza institucionales, no logran apreciar el valor de una medida que coloca al país en un situación de fortaleza democrática que pocos Estados del planeta han logrado alcanzar.

* Jorge Battaglino es rector de la Universidad de la Defensa Nacional e investigador del Conicet.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/276304-un-enorme-avance-en-defensa-nacional

 

Política de defensa argentina. Una reflexión acerca del Decreto Nº 571/2020

Nota publicada en www.zona-militar.com por el Dr. Sergio Eissa, docente de la Maestría en Defensa Nacional de la Facultad de la Defensa Nacional de la UNDEF.

Es sintómatica que cada vez que se intenta completar y aplicar el marco normativo acordado por el peronismo y la Unión Cívica Radical, en tres oportunidades, y bajo tres gobiernos distintos entre 1988 y 2001, se elevan voces contrarias a este acuerdo, conocido como “Consenso Básico”.

Las chicanas sobre el guiño a Venezuela; la falaz afirmación que la Ley de Defensa Nº 23.554 es vieja; la mentira que asocia al mayor despliegue desde la Guerra de Malvinas para ayudar con alimentos y con el Sistema de Salud Militar a la población argentina con seguridad interior y pensar el Instrumento Militar con parámetros de la década del ´90 o de la primera década del Siglo XXI o, peor aún, con la lógica de la Guerra Fría; y que se derogó la Doctrina Militar de Macri, obedece a lo que denomino el Síndrome Zeballos y a una clara ausencia de pensamiento estratégico nacional entre estos críticos.

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La UNDEF participó de la asamblea ordinaria de la REUN

La Red de Editoriales Universitarias Nacionales concretó el martes 30 de junio la Asamblea ordinaria anual, en la cual se aprobó el informe de gestión del período 2018-2020 y se eligió la conformación de la nueva comisión ejecutiva que gestionará en el periodo 2020-2022.

La editorial de la Universidad de la Defensa Nacional, UNDEF Libros, representada por Martín Bertone, director general de cooperación internacional y política editorial, participó del mencionado encuentro.

La asamblea estuvo presidida por el rector coordinador de la red, Hernán Vigier (Universidad Provincial del Sudoeste) y el coordinador ejecutivo, Ignacio Artola (Universidad Nacional de Rio Negro). Realizado mediante un sistema de videoconferencia, el acontecimiento contó con un total de 50 asistentes y 41 instituciones habilitadas para votar. Finalmente, el escrutinio definió que la nueva comisión ejecutiva será integrada por:

  • Universidad Nacional de Rosario
  • Universidad Pedagógica Nacional
  • Universidad Nacional de Tucumán
  • Universidad Nacional del Litoral
  • Universidad Nacional de General Sarmiento
  • Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires
  • Universidad Nacional de Santiago del Estero
  • Universidad Nacional de Villa María
  • Universidad Nacional de San Martín

El encuentro contó con la participación del investigador Alejandro Dujovne, quien presentó el informe sobre el sector editorial universitario público, en el cual analizó el grado de avance de los proyectos presentados en el marco del Programa de Apoyo al Desarrollo de Editoriales Universitarias, algunos resultados de su implementación y cómo configurar nuevas acciones tendientes a fortalecer la profesionalización del sector.