La Independencia que supimos conseguir
El 9 de julio de 1816, en la casa que había prestado doña María Francisca Bazán, los diputados que habían llegado de todos los puntos del ex virreinato declararon la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América. Comenzaba una nueva etapa para lo que empezaba a ser nuestro país.
Cuando alcanzó el quorum necesario, el Congreso comenzó a sesionar hacia marzo de 1816. Pocos días después, el 12 de abril, José de San Martín, Gobernador de Cuyo en ese momento, transmitió sus pareceres a Tomás Godoy Cruz, su confidente y diputado por Mendoza:
“¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! No le parece una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional, y por último, hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte ¿qué relaciones podremos emprender, cuando estamos a pupilo, y los enemigos (y con mucha razón) nos tratan de insurgentes, pues nos declaramos vasallos? Esté V. seguro que nadie nos auxiliará en tal situación. Por otra parte el sistema ganaría un 50 por 100 con tal paso. ¡Ánimo! Que para los hombres de coraje se han hecho las empresas. —Vamos claros. —Mi amigo, si no se hace, el Congreso es nulo en todas sus partes, porque reasumiendo éste la soberanía, es una usurpación que se hace al que se cree verdadero —es decir—, a Fernandito”.
La declaración de independencia era un imperativo irrenunciable para San Martín, que ya se encontraba ultimando los planes de cruzar con su Ejército la Cordillera de los Andes, algo que iniciaría apenas seis meses después, en enero de 1817.
Finalmente, el 9 de julio de 1816 se proclamó la Independencia. Éramos independientes políticamente “de España y de toda dominación extranjera”.
Tras el Cruce de Los Andes, el triunfo en Chacabuco y la derrota en Cancha Rayada, el triunfo en Maipú garantizó la independencia de Chile y generaron las condiciones geopolíticas para que San Martín iniciara su expedición al Perú en 1820, en otra etapa de la guerra de liberación que culminará con el “Abrazo de Guayaquil” entre el General argentino y Simón Bolívar en 1822 y la batalla decisiva de Ayacucho en diciembre de 1824.
En todo ese proceso, la Independencia Americana exigiría su cuota de sangre a las y los patriotas. En el medio de todo éste heroico desafío, las dificultades económicas imponían enormes exigencias a la construcción de un Proyecto de Nación.
Es que España no sólo no había auspiciado el desarrollo industrial en sus colonias, sino que hizo lo posible para entorpecer y poner trabas al comercio entre las distintas regiones del extenso territorio.
Tras aquella importantísima declaración del 9 de julio de 1816 éramos independientes, sí, pero solamente en lo político.
Prontamente, además, las intromisiones de otras potencias extranjeras en Nuestra América alimentaron las desavenencias internas y las guerras civiles. El proyecto de la Patria Grande de nuestros Libertadores fue bloqueado por las elites regionales, que hicieron emerger una veintena de repúblicas.
Pero los sueños patriotas y los debates del Congreso de Tucumán siguen en pie. 204 años de lucha lo atestiguan. Miles y miles de patriotas emprendieron, en más de doscientos años de vida política independiente, múltiples batallas por conseguir la independencia económica y la justicia social.
Y eso sigue siendo una enorme tarea y un hermoso desafío para las argentinas y los argentinos de nuestro tiempo…
¡FELIZ 9 DE JULIO!
¡VIVA LA INDEPENDENCIA DE LA PATRIA!
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