
21 May Los ejercicios UNITAS, un instrumento para la diplomacia de defensa.
La llegada del siglo XXI, trajo aparejado una mutación de la unipolaridad al multilateralismo o interpolarismo, el surgimiento de nuevas hegemónicas y un desplazamiento de la gravitación política, económico y cultural de Occidente hacia Oriente
Autor: Dr. Horacio Terribile, Director de Intereses Marítimos de la Armada.
La serie de ejercicios navales multinacionales UNITAS constituye el más longevo y consistente esfuerzo de cooperación hemisférica en el ámbito de la defensa. Iniciados en 1960, tienen como propósito central promover la interoperabilidad entre las fuerzas navales de las Américas y fortalecer la seguridad marítima regional mediante el adiestramiento conjunto. La participación de la Armada Argentina en estos ejercicios aporta a la consolidación de una diplomacia de defensa activa, pragmática y profesional, alineada con los intereses estratégicos nacionales.
La diplomacia de defensa, entendida como el empleo de las Fuerzas Armadas en la construcción de medidas de confianza y en la prevención de conflictos, adquiere un carácter central en el nuevo paradigma de seguridad nacional instrumentado por la actual gestión. Esta concepción incluye actividades que trascienden el ámbito estrictamente militar, como las operaciones de control de la pesca ilegal, no regulada y no reglamentada (INDNR), la respuesta a desastres naturales y las operaciones de búsqueda y rescate, todas ellas caracterizadas por requerir niveles crecientes de interoperabilidad y coordinación conjunta. Tales acciones, además, se vinculan de manera jerárquica y simbótica con la política exterior: por un lado, al estar subordinadas a los lineamientos del sistema de defensa nacional; por otro, al complementarse y reforzarse mutuamente en la proyección internacional del país.
La necesidad de fortalecer la diplomacia de defensa se inscribe en un escenario internacional caracterizado por una transición desde la unipolaridad hacia un multilateralismo o interpolarismo difuso, el surgimiento de nuevas hegemonías y el desplazamiento del centro de gravedad político, económico y cultural de Occidente hacia Oriente. Esta dinámica se traduce en una reconfiguración geoestratégica del Atlántico Sur, impulsada por la intensificación de las tensiones entre potencias (sino-estadounidenses y ruso-estadounidenses), la concentración de poder en regiones estratégicas (Regiones Polares, Mar de la China Meridional, Atlántico Sudoccidental, Golfo de Adén, Mar Rojo, Indo-Pacífico), la escalada por el acceso a recursos naturales y fondos marinos, y la eventual finalización de facto del Tratado Antártico.
En este contexto, la cuestión del Atlántico Sur adquiere una renovada importancia para la República Argentina, que debe orientar su política exterior y de defensa hacia la defensa eficaz de sus intereses vitales, superando experiencias fallidas del pasado y contribuyendo a la construcción de una arquitectura de seguridad regional más estable y cooperativa.
La articulación entre política exterior y política de defensa no constituye una novedad absoluta en la tradición argentina. Durante las presidencias de Carlos Menem, la participación en misiones de paz de las Naciones Unidas y la profundización de relaciones bilaterales y regionales —a través del MERCOSUR, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares, y el Comité Permanente de Seguridad entre Argentina y Chile— apuntaron a mejorar la imagen internacional del país. Posteriormente, se consolidaron relaciones más directas y simétricas entre militares y comunidades de defensa, como lo demuestra la participación conjunta de Argentina, Brasil y Chile en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), que fomentó el diálogo entre los Ministerios de Defensa argentino y chileno y dio origen a la Fuerza de Paz Binacional Cruz del Sur (Eissa, 2013).
La presencia de unidades y personal de la Armada Argentina en los ejercicios UNITAS no implica subordinación doctrinaria ni pérdida de autonomía decisoria. Muy por el contrario, constituye una expresión concreta de cooperación pragmática orientada al fortalecimiento de capacidades interoperables, a la generación de vínculos de confianza y al enriquecimiento mutuo mediante el intercambio de experiencias operativas. Asimismo, las ejercitaciones combinadas con fuerzas armadas extranjeras —así como el ingreso de fuerzas extranjeras al país o el envío de fuerzas nacionales al exterior— requieren la aprobación del Poder Legislativo, reafirmando el carácter soberano de tales decisiones.
En definitiva, la participación argentina en UNITAS se enmarca en una política de defensa activa, cooperativa y alineada con los intereses estratégicos nacionales, que busca proyectar soberanía, contribuir al fortalecimiento de la seguridad marítima, generar capacidades reales y construir vínculos internacionales que trasciendan las coyunturas políticas e ideológicas. En un escenario global de transformación e incertidumbre, la diplomacia de defensa se revela como un instrumento indispensable para garantizar los intereses vitales de la República Argentina en el Atlántico Sur y en el conjunto del hemisferio.