
22 May Defensa: entre la oposición ideológica y la gestión política
Cuestionar políticas públicas es legítimo y necesario, pero exige comprender las complejidades del sistema de defensa, los límites impuestos por el contexto económico y el valor democrático de una conducción civil con responsabilidad institucional.
Autor: Dr. Daniel Esteban, Secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad de la Defensa Nacional
La gestión del ministro de Defensa, Luis Petri, ha sido objeto de diversos cuestionamientos, como los expuestos en el artículo publicado en El Cohete a la Luna el 6 de abril de 2025. En su crítica, el artículo aborda temas tan variados como la disciplina interna en las Fuerzas Armadas, la modernización del equipamiento militar y la política de defensa. Para dar una respuesta equilibrada, es necesario desglosar las críticas en dos ejes principales: la gestión interna del Ministerio y el proceso de modernización de las Fuerzas Armadas.
En primer lugar, la crítica sobre la gestión interna del Ministerio de Defensa subraya una serie de incidentes que han cuestionado la efectividad de la conducción política bajo Petri. Uno de los casos más mediáticos fue el de la ex cadete de la Fuerza Aérea, quien denunció abuso y marginación por parte de sus superiores. Este hecho ha sido profundamente lamentable, y si bien la denuncia es grave, cabe destacar que el Ministerio ha colaborado con la Justicia desde el inicio, garantizando que los responsables sean sometidos al debido proceso. Asimismo, se han reforzado los protocolos internos para prevenir abusos de cualquier índole y sancionar prácticas de encubrimiento o revictimización.
En cuanto a la gestión disciplinaria, el Ministerio ha tenido que tomar decisiones difíciles, pero necesarias, como la remoción del brigadier general Mengo por el uso indebido de recursos. Este tipo de acciones demuestra que el Ministerio no tolera ningún desvío de los principios fundamentales que rigen a las Fuerzas Armadas. La remoción de altos oficiales, que pueden generar opiniones divididas, subraya la existencia de una conducción política firme que no se deja influir por presiones externas ni por jerarquías personales.
Es importante resaltar que la asignación de ascensos o traslados de personal no está motivada por intereses ajenos a la carrera profesional de los oficiales. Estas decisiones se basan en evaluaciones objetivas y en el cumplimiento de los estándares internos establecidos por la institución. Por otro lado, la gestión de las consecuencias de los llamados “bautismos de primer salto” en Córdoba, que generaron controversia en redes sociales, muestra cómo el Ministerio actúa rápidamente ante errores operativos, abriendo sumarios internos y aplicando sanciones cuando es necesario.
Sin embargo, lo más importante de todo esto es que el Ministerio no solo se ocupa de corregir fallos aislados, sino de fortalecer los mecanismos internos de control y profesionalización, asegurando que la disciplina dentro de las Fuerzas Armadas se ajuste a los estándares exigidos en un sistema democrático.
Por otro lado, las críticas también apuntan a la modernización de las Fuerzas Armadas y la política de defensa nacional. En este aspecto, la gestión de Petri ha puesto en marcha un plan estratégico de modernización, con el objetivo de recuperar y optimizar las capacidades operativas de las Fuerzas. Esto incluye la renovación de equipos y el refuerzo de la infraestructura militar, destacando, entre otras iniciativas, el reequipamiento de la flota de la Armada y la Fuerza Aérea, que está orientado a asegurar que las Fuerzas Armadas puedan enfrentar las amenazas actuales de manera efectiva.
La defensa de los recursos naturales, en particular en el Atlántico Sur, ha sido otro de los puntos clave en la política de defensa del Ministerio. La presencia activa de las Fuerzas Armadas frente a la pesca ilegal, por ejemplo, es una manifestación de la soberanía nacional y no una mera acción de “show off”, como algunos han sugerido. La modernización no se limita a la adquisición de nuevos equipos, sino que también incluye la recuperación de capacidades estratégicas esenciales para la defensa del país.
Además de la modernización de los equipos, el fortalecimiento de la infraestructura es una prioridad dentro de la política de defensa, con inversiones en bases militares clave como la de Tandil, donde se realizan trabajos para adaptar las instalaciones para el mantenimiento de aeronaves F-16. Estas acciones buscan asegurar que Argentina cuente con las capacidades necesarias para defender su espacio aéreo y marítimo de manera eficaz.
Cabe señalar que todas las adquisiciones y procesos de obras públicas en el ámbito del Ministerio de Defensa están sujetos a rigurosos controles y auditorías. Cualquier insinuación de corrupción o sobreprecios es rechazada por la gestión, que ha hecho de la transparencia una bandera dentro de su conducción.
Por último, en cuanto a la presencia internacional, la gestión de Luis Petri ha recuperado el protagonismo de las Fuerzas Armadas en foros multilaterales, fortaleciendo la cooperación regional y la proyección internacional de Argentina en el ámbito de la seguridad y defensa. Esta proyección internacional no solo reafirma el compromiso del país con la paz y la cooperación, sino que también consolida a las Fuerzas Armadas como un actor relevante en la defensa de los intereses nacionales.
Si bien las críticas sobre errores operativos y conductas inapropiadas dentro de las Fuerzas Armadas no pueden ser ignoradas, también es necesario reconocer que la gestión de Petri ha demostrado una voluntad clara de corregir estos fallos, con decisiones firmes y transparentes que buscan garantizar el respeto a la ley y a los derechos humanos.
En cuanto a la modernización de las Fuerzas Armadas, la crítica que reduce estos esfuerzos a una mera cuestión de “show off” ignora el contexto de defensa nacional y soberanía que subyace detrás de estas acciones. El Ministerio ha avanzado en el fortalecimiento de la infraestructura, el reequipamiento de las flotas y la recuperación de capacidades estratégicas, todo ello bajo un marco de control y auditoría.
Si bien no se puede negar que existen áreas de mejora, especialmente en cuanto a la gestión interna, también es justo reconocer que la conducción de Petri no se limita a gestos simbólicos, sino que se caracteriza por decisiones concretas orientadas a modernizar y profesionalizar las Fuerzas Armadas en democracia. La crítica, aunque válida en ciertos aspectos, debe ser complementada con una mirada más amplia que tenga en cuenta los desafíos estructurales y la responsabilidad inherente a la conducción política del sector militar en un contexto de democracia.