La reconversión energética hacia las renovables de la Defensa Nacional: una transformación en marcha

Por Emilio Villarino, director nacional de Formación del Ministerio de Defensa

La incorporación de energías renovables, en los Sistemas de Defensa, ya no es solo una alternativa, constituye una transformación estratégica e innovadora en la manera en que se conciben, planifican y ejecutan las operaciones militares. Frente al aumento de la demanda energética impulsada por tecnologías emergentes como la inteligencia artificial y nuevas tecnologías de guerra, varios países adaptan sus infraestructuras y operaciones militares para garantizar autonomía, seguridad y eficiencia, mientras preparan su Instrumento Militar para un futuro cada vez más eléctrico.

El informe final del Panel de Defensa Nacional de la Revisión Cuatrienal de Defensa (QDR), de 2014, destacó la importancia de la sostenibilidad energética, en las operaciones militares, señalando que el Departamento de Defensa de Estados Unidos es responsable de cerca del 76% del consumo energético total del gobierno federal y uno de los mayores consumidores de energía del mundo. La respuesta de la Casa blanca no se hizo esperar y con la Orden Ejecutiva 13693/15 estableció metas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar el uso de energías renovables, introduciendo el concepto de “impedimento de uso” al impulsar que el 25% del consumo energético del Departamento de Defensa proviniera de fuentes renovables para 2025. Esta medida impulsó la reconversión energética hacia las renovables del instrumento militar más poderoso, sofisticado y proyectado del planeta como así también de sus países aliados y aquellos con los que sostiene una “competencia sistémica de poder”, que abarca el terreno militar, económico, tecnológico, ideológico y diplomático.

El cambio de paradigma apunta tanto a las infraestructuras de las posiciones fijas (bases, puertos, aeropuertos, cuarteles y edificios administrativos), como al equipamiento desplegable en el terreno, ya sea durante operaciones bélicas o en acciones no bélicas como misiones de mantenimiento de la paz, ayuda humanitaria y respuesta a desastres.

Aviones de combate, portaviones nucleares, tanques, helicópteros, radares, redes de comunicación y bases militares funcionan sobre una infraestructura energética de escala colosal. Esta dependencia energética no solo representa una carga económica sino también una debilidad táctica ante posibles interrupciones del suministro.

El uso de energías renovables en Defensa responde a múltiples motivaciones. La más evidente es la necesidad de reducir la vulnerabilidad logística. Históricamente, los convoyes de reabastecimiento de combustibles, en zonas de conflicto, han sido blancos estratégicos del enemigo, generando pérdidas humanas y materiales considerables. Incorporar sistemas de generación energética autónoma reduce esa exposición y mejora la eficiencia operativa. A esto se suma la creciente necesidad de garantizar seguridad energética, en un contexto global de tensiones geopolíticas e inestabilidad.

Crédito: Gregory Bull / AP

En paralelo, el avance de nuevas tecnologías que combinan sensores inteligentes, inteligencia artificial, automatización, ciberseguridad y energía dirigida que generan sistemas mucho más rápidos, precisos y autónomos, están elevando exponencialmente la demanda energética del Instrumento Militar. La operación de vehículos no tripulados, satélites, redes de comunicación y centros de comando computarizados requiere una provisión continua, estable y segura de energía. Esta necesidad está reconfigurando la lógica de las operaciones militares. Elon Musk, referente en innovación tecnológica, ha advertido que “la IA consume más energía de la que muchos imaginan” y que el mundo necesita “reinventar su infraestructura energética” para poder sostener estos avances. Para Musk, el poder militar del futuro dependerá, en gran parte, de quién logre dominar la energía limpia.

En este escenario, la reconversión energética es una medida de supervivencia táctica. En Europa, España, Francia, Italia lideran la transformación energética con energías renovables de sus Sistemas de Defensa y China ya ha concretado pasos firmes en esa dirección. En España, a partir de 2015, la empresa Acciona Energía comenzó a suministrar energía de origen 100% renovable a todas las instalaciones del Ministerio de Defensa. Este Ministerio implementa, desde 2020, el Plan de Transición Energética en Instalaciones Militares que incluye la instalación de paneles solares, en bases como El Goloso, en Madrid y sistemas de automatización del consumo energético. Francia, por su parte, desarrolla el programa Eco-camp, que incorpora micro-redes híbridas con energía solar, baterías y generadores de bajo consumo, en campamentos desplegados, especialmente en el Sahel. Además, realiza pruebas con biocombustibles en aeronaves militares. En Italia, se han instalado sistemas fotovoltaicos, en bases del sur del país y se participa en proyectos europeos como los Sistemas de energía renovable desplegables, diseñados para operar en condiciones extremas.

Estas innovaciones no se restringen a contextos de paz. En escenarios de guerra, las energías renovables comienzan a ocupar un rol táctico clave. Las fuerzas estadounidenses, por ejemplo, utilizaron micro-redes híbridas solares-diesel en Afganistán, logrando reducir hasta un 60% la necesidad de convoyes logísticos. Unidades de reconocimiento han adoptado paneles solares portátiles para recargar equipos de comunicación sin necesidad de generadores ruidosos y detectables. En África Occidental, las tropas francesas han implementado tiendas de campaña con sistemas fotovoltaicos que les otorgan mayor autonomía. Asimismo, varios países de la OTAN están probando vehículos eléctricos de patrullaje, que ofrecen un perfil acústico y térmico bajo, ideal para misiones de infiltración y vigilancia. El ejército chino, bajo la estrategia de seguridad energética del presidente Xi Jinping, está impulsando el desarrollo de energías renovables como solar, eólica, oceánica e hidrógeno para fortalecer su sistema energético militar. Desde el XVIII Congreso Nacional del PCCh, en 2012, el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha acelerado la construcción de un sistema de energía militar moderno, seguro y eficiente, enfocado en la efectividad del combate. Promueve un sistema de apoyo energético diversificado, innovador, económico y adaptado a las características únicas del ejército chino, con el objetivo de mejorar la capacidad energética para la preparación bélica. En Argentina, ya se están dando pasos hacia la sostenibilidad energética, en el sector Defensa, un área que presenta tanto desafíos como oportunidades de desarrollo sumándose a las tendencias globales en materia de Defensa, energía y sustentabilidad. El Plan de Autoabastecimiento y Transición Energética del Ejército Argentino ya está en marcha. El Ministerio de Defensa busca destacar la capacidad técnica de sus ingenieros militares mediante un plan que optimiza el uso de inmuebles estatales asignados a la Defensa. Esta iniciativa promueve grandes inversiones privadas y la creación sostenida de empleo técnico en diversas regiones del país.

La evolución apunta hacia un futuro donde las bases militares sean autosuficientes energéticamente, donde los drones solares puedan operar durante semanas sin reabastecimiento y donde el hidrógeno verde o los combustibles sintéticos impulsen buques y aeronaves de largo alcance. Las Fuerzas Armadas, además, ya experimentan con inteligencia artificial aplicada al control energético, optimizando el uso de recursos en tiempo real en función de las condiciones tácticas. Todo indica que el dominio de la energía limpia será tan determinante como el armamento convencional en los conflictos del futuro.

La reconversión energética del Sistema de Defensa es, en definitiva, mucho más que un gesto ambiental. Los recursos, producción y desarrollos tecnológicos vinculados a la generación de energías renovables resultan un bien estratégico. Es una reconfiguración profunda del poder militar moderno, una adaptación a un entorno global donde la energía se convierte en un factor crítico de seguridad nacional, de autonomía estratégica y de superioridad operativa. En ese nuevo tablero geopolítico, las Fuerzas Armadas que logren integrar con éxito las energías renovables no solo serán más eficientes y resilientes sino que estarán mejor posicionadas para afrontar los desafíos tecnológicos, energéticos y tácticos del siglo XXI.