Por Rocío del Valle Borjas, Jefa de Cartografía y Geomática del Servicio de Hidrografía Naval
Durante décadas, la imagen mental de la República Argentina estuvo dominada por su configuración continental, proyectada hacia el Atlántico Sur. Sin embargo, este marco visual y estratégico ha demostrado ser incompleto. La sanción de la Ley 26.651 del Mapa Bicontinental en 2010 formalizó una realidad geográfica y soberana: la Antártida Argentina y las islas del Atlántico Sur no son apéndices lejanos, sino parte integral e indivisible de la Nación.
La adopción del mapa bicontinental, que expone a la Argentina en su real dimensión territorial al incluir el sector antártico, constituye el mayor vector de conocimiento soberano y el punto de partida para una política de defensa y desarrollo coherente. Como ocurre con la irrupción de la Inteligencia Artificial en el campo de la seguridad, la bicontinentalidad no es un simple complemento geográfico: es un factor disruptivo que altera las formas tradicionales de planificar, operar y tomar decisiones a nivel estratégico. Obliga a toda la estructura estatal, y en especial a sus organismos técnicos, a pensarse como una organización global que abarca desde la Puna hasta el Polo Sur.
Este paradigma plantea un desafío profundo, no solo logístico y militar, sino también epistemológico y cultural, exigiendo que la cartografía oficial se convierta en la principal herramienta para moldear el modelo mental colectivo de la ciudadanía y de los decisores estratégicos.
La Cartografía como Lenguaje Estratégico

En el ámbito de la defensa, lo que está en juego no es una definición teórica, sino la emergencia de una conciencia espacial que afecta directamente la distribución de recursos, la planificación operativa y la gestión de la logística. La cartografía, tradicionalmente vista como un mero registro técnico, se erige en un lenguaje estratégico que define la identidad espacial de la Nación.
El ritmo de evolución de la conciencia bicontinental supera con creces la inercia de los marcos institucionales que históricamente operaron bajo una visión de la Argentina compacta en lugar de proyectada. La Ley del Mapa Bicontinental busca cerrar esa brecha, consolidando una simetría de información y poder a favor de la conciencia nacional sobre sus propios límites y proyecciones.
En este contexto, El Servicio de Hidrografía Naval cumple un rol fundamental, operando como uno de los principales productores de conocimiento geográfico soberano.
El Servicio de Hidrografía Naval (SHN) es el organismo responsable de la seguridad de la navegación en la República Argentina. Su rol, en el marco de la visión bicontinental, se transforma de un mero productor de cartas náuticas a un garante del conocimiento marítimo soberano.
Las obligaciones del SHN son claras y se intensifican bajo el nuevo paradigma:
Cartografía Integral y Dinámica: El SHN tiene la responsabilidad insoslayable de cartografiar la totalidad de los espacios marítimos jurisdiccionales, la plataforma continental y, de manera crucial, la proyección antártica. Esto incluye el relevamiento y la actualización constante de la información batimétrica y oceanográfica en zonas de alto valor estratégico o de difícil acceso, como el Mar Argentino Sur y los pasajes interoceánicos.
Cartas con Mirada Bicontinental: Las cartas náuticas oficiales deben adoptar, sin excepciones, la perspectiva bicontinental en su diseño y presentación. Esto no es solo un acto de cumplimiento legal, sino una herramienta educativa y operativa: cada carta que se produce o actualiza debe reforzar la conciencia de la extensión marítima y antártica, integrando la hidrografía en el mapa mental del marino y del ciudadano. Esta integración visual es clave para la coherencia estratégica de la Defensa en la conducción de sus operaciones.
El SHN se posiciona así como un actor esencial en la defensa activa y preventiva, ya que la seguridad operativa en el mar depende directamente de la precisión y disponibilidad de su cartografía. En ese desplazamiento silencioso, del registro al vector de conocimiento, se concentra uno de los dilemas más urgentes de la soberanía.

Desafíos Estratégicos y Desarrollo de Capacidades.
La visión bicontinental, impulsada por la cartografía, enfrenta desafíos operativos que requieren una respuesta estratégica coordinada.
La Convergencia Tecnológica y la Defensa
Al igual que en el análisis de la IA, el campo de la cartografía se ve atravesado por la tecnología. La rápida proliferación de dispositivos de teledetección, los satélites de observación y los sistemas GNSS (Sistemas Globales de Navegación por Satélite) expande de forma exponencial la cantidad de datos geográficos disponibles, lo que obliga al SHN a modernizar sus capacidades.
Esta convergencia se manifiesta en dos grandes categorías operativas:
Defensiva: Utilizar la nueva tecnología (IA para el Pattern Recognition o detección de anomalías en grandes conjuntos de datos batimétricos) para proteger y validar la información soberana, asegurando que solo el conocimiento geográfico oficial sea la base de las operaciones de la Armada y del Estado.
Ofensiva (Conocimiento): Emplear la tecnología para potenciar la exploración de zonas no cartografiadas o de difícil acceso, como el lecho marino profundo o el sector antártico. Esto requiere una inversión constante en buques oceanográficos equipados con tecnología de punta y en la formación de recursos humanos capaces de integrar grandes volúmenes de datos geospaciales.

La Regulación de la Información y el Control
El debate sobre el uso de la cartografía como agente de soberanía cobra una centralidad creciente. Otorga al SHN la autoridad para certificar la información geográfica en un mundo inundado de datos no verificados (como sucede con los mapas y aplicaciones satelitales comerciales).
Es imperativo que el Estado asegure la trazabilidad (garantizar la transparencia de los métodos de adquisición de datos) y la confiabilidad (exigir desempeño constante y predecible en la actualización de las cartas). Esto requiere un marco regulatorio estricto y una reflexión cuidadosa sobre cómo se gestiona y distribuye este conocimiento fundamental.
El diseño de estos sistemas de información debe contemplar mecanismos eficaces para desactivar la difusión de cartografía errónea o sesgada que no refleje la realidad bicontinental de la Nación, junto con monitoreo humano constante y transparencia en la publicación de las actualizaciones.
El Liderazgo Cartográfico
La bicontinentalidad argentina es más que un concepto legal; es un marco de acción estratégica que solo puede ser efectivamente implementado a través del liderazgo cartográfico del Servicio de Hidrografía Naval. Este organismo define el “ser” espacial de la Argentina.
El liderazgo estratégico debe comprender que la inversión en hidrografía y cartografía bicontinental es una inversión en Defensa Preventiva y en la integración cultural. Solo cuando la visión del mapa bicontinental esté completamente internalizada, es decir, cuando se convierta en una Presunción Dada por Sentada en la Cultura Organizacional, la conducción de la Armada y el Estado en su conjunto operarán con la coherencia y el alcance que exige una Nación oceánica y antártica.
La formación continua y la cooperación interinstitucional (SHN, IGN, Armada, Universidades) serán fundamentales para que la cartografía siga siendo el vector de conocimiento soberano, alineado con el propósito superior de la Nación.
